De Argensola aprenderéis con mucho cuidado, y recitaréis con mucha pompa en todos los meses del año, aquél soneto del Otoño, que dice:
Lleva tras sí los pámpanos Octubre, y con las muchas aguas insolente no sufre Ibero márgenes ni puente, mas antes los vecinos campos cubre.
Moncayo, como suele, ya descubre coronada de nieve la alta frente; y apenas se ve el Sol en el Oriente, cuando la opaca tierra nos lo encubre. Sienten el mar y selva ya la sana del aquilon; y encierra su bramido gente en el puerto y gente en la cabaña.
Y Fabio en el umbral de Tais tendido con vergonzosas lágrimas le baña, debiéndolas al tiempo que ha perdido. .
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